Desde tiempos remotos, varios grupos de indígenas vivían en ese territorio tan difícil para la supervivencia humana perfectamente adaptados y dominando el medio y los recursos. Hombres que (oh! milagro!!) se respetaban mutuamente y repartían el terreno sin apenas conflictos. Tribus sin un jefe directo que se impusiera sobre el grupo y sin sentimiento de propiedad sobre los animales o los territorios. Organizados por parcelas, vivían dentro de ellas y cazaban sin molestar al vecino. Increíble pero una vez los humanos fuimos así.
Suele pasar que
cuando uno investiga en el pasado del continente americano, antes o después
acaba tropezando con un capítulo incomodo de la historia: la llegada del hombre
blanco y su despiadada imposición sobre los indígenas que allí habitaban. En Magallanes no fue diferente. En la pequeña
y lejana localidad de Porvenir, capital del archipiélago de Tierra de Fuego,
visité el Museo Fernando Cordero Rusque, que recoge entre otras cosas, la escalofriante historia del pueblo Selk nam,
que siendo uno de los más veteranos desde tiempos casi prehistóricos, había
sobrevivido en condiciones extremas pero en paz hasta que fue barrido de la faz
de la tierra por los europeos.
La llegada del
hombre blanco a la zona cambió la historia para siempre y de entre todos
aquellos pioneros destaca un nombre: el asturiano José Menéndez, uno de esos
emprendedores que llegaron en el momento oportuno al lugar adecuado. Y se
enriqueció; llegando a ser el
terrateniente más poderoso. Las llanuras chilenas le facilitaron el alimento
para su negocio ovejero y el dinero llegó solo. Pero para que el milagro del
nuevo mundo fuera posible sobraba gente... Y hasta animales! Daily News, 1882: "...Se piensa que la Tierra del Fuego sería adecuada para ganadería, pero el único problema en este plan es que, según parece, sería necesario exterminar a los fueguinos".
El guanaco (especie
autóctona de esa zona, parecida a una llama) comía precisamente lo mismo que la
oveja, pero en cantidades mucho mayores. Y eso provocó que los campos se
cercaran y los guanacos se alejaran. Con ellos se fue el alimento de los
indígenas que (recordemos!) al no tener sentido de la propiedad, entraban en
las zonas de los colonos y cazaban sus ovejas. Para colmo de males, hacia 1831
Charles Darwing viajaba en un barco de la armada británica para cartografiar
Chile y Perú. Al entrar en contacto con estos indígenas sus comentarios
apoyaron el desprecio por esos "innobles y asquerosos salvajes. Cuesta
creer que sean seres humanos, habitantes del mismo mundo que nosotros". El
éxito de su libro "El origen de las especies" fue el aval que
necesitaban los colonos europeos para actuar sin piedad sobre aquellos
pacíficos grupos "sin civilizar".
Los selk nam eran fuertes, fornidos y altos (la media era de 1'80m para los hombres frente a los 165cm de los europeos). Pero no tenían caballos ni armas. Darles muerte fue un juego de niños. Los colonos no tuvieron compasión y con unos cuantos cazadores de indios, en unos 25 años redujeron la población hasta el exterminio. Aquello fue un genocidio consentido y permitido por los gobiernos de la época y las conciencias europeas. A quién le importaba esas muertes si por todos estaba aceptado que no eran totalmente humanos. Los pocos que sobrevivieron fueron exhibidos como "circos de salvajes" en tours por Europa y otros fueron "adoptados" por los clérigos de las primeras misiones, que les obligaron a llevar una vida cristiana. Las enfermedades al entrar en contacto con los colonos hicieron el resto hasta acabar con ellos.
De toda esta cruel aniquilación apenas hace 140 años!!!!! Hoy día
por Porvenir, la localidad más importante de Tierra de Fuego, rinde un merecido
homenaje a los selk nam con un museo y una escultura que recuerda esa mítica
fotografía en la que una familia camina por la playa. Me resultó muy curioso ver como
los actuales fueguinos se sienten orgullosos y dignifican el pasado tribal de
su isla, siendo todos ellos descendientes de europeos. Después de tanto dolor queda el respeto. Y eso es justo y hermoso. Los selk nam eran fuertes, fornidos y altos (la media era de 1'80m para los hombres frente a los 165cm de los europeos). Pero no tenían caballos ni armas. Darles muerte fue un juego de niños. Los colonos no tuvieron compasión y con unos cuantos cazadores de indios, en unos 25 años redujeron la población hasta el exterminio. Aquello fue un genocidio consentido y permitido por los gobiernos de la época y las conciencias europeas. A quién le importaba esas muertes si por todos estaba aceptado que no eran totalmente humanos. Los pocos que sobrevivieron fueron exhibidos como "circos de salvajes" en tours por Europa y otros fueron "adoptados" por los clérigos de las primeras misiones, que les obligaron a llevar una vida cristiana. Las enfermedades al entrar en contacto con los colonos hicieron el resto hasta acabar con ellos.
Cuando Magallanes cruzaba
el estrecho hacia 1520 vio fogatas en la costas. Eran los selk nam, que se
avisaban unos a otros de que algo sucedía. Magallanes decidió entonces que
aquella zona de islas merecía ser llamada Tierra de Fuego. En realidad hubiese sido más justo llamarla Tierra de Selk nam.
(Agradecimientos:
SERNATUR Magallanes y el guía local Mario Acuña).
Lectura recomendada:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188858