domingo, 24 de mayo de 2015

Tierra de Fuego, tierra de Selk nam

Cuando estudié historia en la universidad acepté que la humanidad lleva innata en sí misma el ansia de conquista y dominación sobre el vecino, el oponente y el débil. Las guerras y conflictos por el poder son tan viejos como nuestro instinto de caza y supervivencia. Pero cuando el amable y eficaz equipo de SERNATUR (Servicio Nacional de Turismo) de la Región de Magallanes me invitó a conocer esa zona tan austral de Chile desconocía que unos de los pueblos más antiguos, los indígenas de la Patagonia, iban a cambiar mi manera de entender nuestra condición humana.

Desde tiempos remotos, varios grupos de indígenas vivían en ese territorio tan difícil para la supervivencia humana perfectamente  adaptados y dominando el medio y los recursos. Hombres que (oh! milagro!!) se respetaban mutuamente y repartían el terreno sin apenas conflictos. Tribus sin un jefe directo que se impusiera sobre el grupo y sin sentimiento de propiedad sobre los animales o los territorios. Organizados por parcelas, vivían dentro de ellas y cazaban sin molestar al vecino. Increíble pero una vez los humanos fuimos así.

Suele pasar que cuando uno investiga en el pasado del continente americano, antes o después acaba tropezando con un capítulo incomodo de la historia: la llegada del hombre blanco y su despiadada imposición sobre los indígenas que allí habitaban.  En Magallanes no fue diferente. En la pequeña y lejana localidad de Porvenir, capital del archipiélago de Tierra de Fuego, visité el Museo Fernando Cordero Rusque, que recoge entre otras cosas,  la escalofriante historia del pueblo Selk nam, que siendo uno de los más veteranos desde tiempos casi prehistóricos, había sobrevivido en condiciones extremas pero en paz hasta que fue barrido de la faz de la tierra por los europeos.
La llegada del hombre blanco a la zona cambió la historia para siempre y de entre todos aquellos pioneros destaca un nombre: el asturiano José Menéndez, uno de esos emprendedores que llegaron en el momento oportuno al lugar adecuado. Y se enriqueció;  llegando a ser el terrateniente más poderoso. Las llanuras chilenas le facilitaron el alimento para su negocio ovejero y el dinero llegó solo. Pero para que el milagro del nuevo mundo fuera posible sobraba gente... Y hasta animales!

Daily News, 1882: "...Se piensa que la Tierra del Fuego sería adecuada para ganadería, pero el único problema en este plan es que, según parece, sería necesario exterminar a los fueguinos".

El guanaco (especie autóctona de esa zona, parecida a una llama) comía precisamente lo mismo que la oveja, pero en cantidades mucho mayores. Y eso provocó que los campos se cercaran y los guanacos se alejaran. Con ellos se fue el alimento de los indígenas que (recordemos!) al no tener sentido de la propiedad, entraban en las zonas de los colonos y cazaban sus ovejas. Para colmo de males, hacia 1831 Charles Darwing viajaba en un barco de la armada británica para cartografiar Chile y Perú. Al entrar en contacto con estos indígenas sus comentarios apoyaron el desprecio por esos "innobles y asquerosos salvajes. Cuesta creer que sean seres humanos, habitantes del mismo mundo que nosotros". El éxito de su libro "El origen de las especies" fue el aval que necesitaban los colonos europeos para actuar sin piedad sobre aquellos pacíficos grupos "sin civilizar".

Los selk nam eran fuertes, fornidos y altos (la media era de 1'80m para los hombres frente a los 165cm de los europeos). Pero no tenían caballos ni armas. Darles muerte fue un juego de niños. Los colonos no tuvieron compasión y con unos cuantos cazadores de indios, en unos 25 años redujeron la población hasta el exterminio. Aquello fue un genocidio consentido y permitido por los gobiernos de la época y las conciencias europeas. A quién le importaba esas muertes si por todos estaba aceptado que no eran totalmente humanos. Los pocos que sobrevivieron fueron exhibidos como "circos de salvajes" en tours por Europa  y otros fueron "adoptados" por los clérigos de las primeras misiones, que les obligaron a llevar una vida cristiana. Las enfermedades al entrar en contacto con los colonos hicieron el resto hasta acabar con ellos.
De toda esta cruel aniquilación apenas hace 140 años!!!!!  Hoy día por Porvenir, la localidad más importante de Tierra de Fuego, rinde un merecido homenaje a los selk nam con un museo y una escultura que recuerda esa mítica fotografía en la que una familia camina por la playa. Me resultó muy curioso ver como los actuales fueguinos se sienten orgullosos y dignifican el pasado tribal de su isla, siendo todos ellos descendientes de europeos. Después de tanto dolor queda el respeto. Y eso es justo y hermoso.

Cuando Magallanes cruzaba el estrecho hacia 1520 vio fogatas en la costas. Eran los selk nam, que se avisaban unos a otros de que algo sucedía. Magallanes decidió entonces que aquella zona de islas merecía ser llamada Tierra de Fuego. En realidad hubiese sido más justo llamarla Tierra de Selk nam.

(Agradecimientos: SERNATUR Magallanes y el guía local Mario Acuña).

Lectura recomendada:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=188858


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Gante, el tesoro oculto de Flandes


La región de Flandes es la que turísticamente llama más la atención al viajero que visita Bélgica. El norte del país es rico en ciudades que combinan un pasado histórico interesante, el arte flamenco que dio tan buenos pintores a Europa, una rica gastronomía y unas ciudades que, además de tradición y piedras cargadas de acontecimientos, son hoy día referencia de moda, vanguardia y diseño. No es fácil encontrar un destino así. Por eso Flandes luce en un lugar privilegiado entre los destinos turísticos de Europa.

Cuando nombras Brujas o Amberes la respuesta suele ser: " Ah! Sí.. que bonitas!" En cambio Gante es para muchos la gran desconocida. Gante es la capital del Flandes Oriental, la que más edificios históricos acumula, con una vida universitaria que estimula el trajín de cervezas y charlas en sus calles y plazas.

La catedral sorprende por su hermoso púlpito barroco y ese "Cordero Místico" de Van Eyck al que uno no acaba de entender del todo hasta que lo ve en directo. Entonces se entiende el porqué de su importancia en la historia del arte.

Imprescindible pasear por las calles que rodean el campanario de Belfort o el castillo de Gante, el Patershol, ese casco urbano medieval por el que callejear de día y vivir el ambiente de ocio de la noche y los canales por los que navegan barquitas cargadas de turistas con sus cámaras fotografiándolo todo. Impresionante edificio el del ayuntamiento y como colofón el puente de San Miguel, que tiene la vista de 360 grados más bonita de Europa. Así de rotundo. Ahí es donde uno se da el lujo de sentarse y contemplar el paso de universitarios, grupos de amigos o parejas de enamorados.

No nos podemos marchar de Gante sin nombrar la cerveza, sus embutidos (visitar la lonja de la carne!!), la mostaza típica o las curiosas narices de Gante, exquisita golosina que, junto a los gofres de mil sabores es obligado probar.

Definitivamente visitar Gante es escoger un destino que sorprende. ¿Porqué? Cuando visitas París, Londres, Barcelona, New York, Rio... esperas ansioso ver todas esas estampas que estás cansado de ver en revistas, postales, reportajes de la tele o en los catálogos de las agencias de viaje. Por eso llegar a Gante es como abrir un regalo. No te esperas que esa pequeña ciudad desconocida haya estado tantos años ahí y tú sin saberlo!!

http://www.flandes.net

Entrevista a Ángeles Alonso-Misol, responsable de prensa de la Oficina de Turismo de Flandes en Barcelona: https://www.youtube.com/watch?v=pWxR6xqkP2I
















domingo, 3 de mayo de 2015

Manggarai, la aldea remota de Bali

En España las agencias de viajes nos venden Bali como un destino romántico  para disfrutar durante un idílica luna de miel. Pero la isla indonesia de Bali es mucho más que un precioso hotel con spa y una playa de arena blanca y aguas cristalinas. De entrada no todas las playas de Bali son de postal caribeña. Bali es una isla volcánica y tiene zonas con playas de rocas y fuertes vientos, ideales para la práctica del surf. En cambio Bali deja boquiabierto al viajero por su exuberante vergel de plantas y árboles exóticos.

De mi visita a Bali recuerdo con especial cariño los días que pasé en Manggarai. De la mano de un guía tan profesional como cariñoso, Arie, nos subimos cinco horas a un 4x4 para llegar a una aldea perdida en una lejana montaña balinesa.

Compartir vivienda con unas gentes desconocidas suena de entrada incómodo. Imagina meterte en casa de alguien a quien no conoces y que va a ser tu anfitrión por unos días. Si encima se trata de una aldea con gentes que hablan, viven y tienen unas tradiciones y costumbres nada parecidas a las tuyas.... Puede salir bien o fatal. Y salió genial.

En Manggarai es costumbre recibir a los huéspedes colocándoles el típico pareo festivo, una especie de manta que te identifica como invitado de honor.  Nada más llegar el regalo de bienvenida fue... ¡Una gallina! ¿Y qué haces tú con ella? ¿A la maleta? Menos mal que todo es un ritual simbólico y la gallina regresa a su corral. Después vinieron las danzas, cánticos y luchas como parte de la fiesta. Sin hablar la misma lengua, ni utilizar los mismos gestos para referirnos a las cosas... Las gentes de Manggarai te entienden. Y te tratan como a una auténtica estrella de Hollywood.

Recuerdo con especial cariño a la anciana propietaria de la casa que nos acogió. Me decía (previa traducción al inglés del guía): yo no he de ir al mercado como tú. Mi super está aquí (señalando los campos de arroz, vainilla o café).

En Manggarai nada es como en tu casa: el baño es la mínima expresión de lo necesario para asearte. La cocina a fuego, el lavavajillas una palangana y la nevera simplemente no existe. El colchón de latex es una esterilla en el suelo y el móvil lo abandonas en la mochila. No hay enchufes.

La hora de la cena es el momento en que la familia se reúne para compartir y conversar. Les ofrezco mi regalo: embutido español y globos para los niños. Lo del jamón serrano les pareció un espanto ¡Cómo podéis comer algo tan salado! Y lo de que exista un médico para los perros y que mi perro duerma conmigo... Eso ya les dejó muertos de la risa. Comparamos estilos de vida y ellos, sin dudarlo, prefirieron el suyo. En algunas cosas les envidio. Viven en una idílica montaña lejos de políticos corruptos, normativa municipal, declaraciones de la renta o modas pasajeras. Y sin móviles. A las 20h todos a la cama porque  a esa hora se agota la electricidad en la única casa del pueblo que tiene dos o tres bombillas.

Uno se siente lejos de casa pero también lejos de un trajín que en Occidente va demasiado rápido. En Manggarai uno se da cuenta de que nos perdemos muchas cosas hermosas de la vida, pequeños detalles, en un ir y venir de paradas de metro, entrega de proyectos, impuestos, coberturas de wifi y deudas con el banco.  En Manggarai sentarse en la puerta de casa frente a los campos toda la tarde puede ser lo más interesante de del día. Y contemplar como tus hijos juegan y crecen la tarea principal de tu agenda.