jueves, 4 de junio de 2015

Viva! Viva Las Vegas!!

El cine ha hecho mucho bien y mucho mal a esta ciudad construida de la nada para satisfacer los bajos instintos de Estados Unidos. Para nosotros, los europeos, Las Vegas es el parque de atracciones yankee al que vamos cámara en mano dispuestos a vivir en directo lo que tantas veces hemos visto en las películas: sexo, juego, alcohol, juerga, desparrame... Cuando llegas a Las Vegas lo que ves es bastante parecido a una noche de farra en Lloret, Salou o Ibiza. Jovenzuelos desbocados, despedidas de solteros horteras, discotecas con música a todo trapo y mucho escote y tacón de aguja. La diferencia es que aquello es Las Vegas, o sea que todo se hace a lo grande. Espectacular e insuperable.

El gran atractivo de la ciudad son sus hoteles, un verdadero muestrario de mega-macro-ultra alojamientos de lujo a cual más ostentoso. Yo, cinéfila empedernida, aposté por el MGM, un hotel que homenajea al séptimo arte en cada rincón y habitación. Por cierto, hay 7.770!! Conté 17 personas solo en recepción!!!

Las parejas de novios suelen hospedarse en el Venetian o el París, que son lo más parecido a volar a Europa pero ahorrándote los gastos de desplazarte a otro continente. Y la foto con la Torre Eiffel la tienes igual, oiga! El Caesar Palace te transporta a la antigua Roma, copiando fuentes y esculturas clásicas en un batiburrillo de iconos romanos y griegos (incluido un caballo de Troya a escala real). Está el New York New York con su montaña rusa en la fachada,  el Luxor para viajar al antiguo Egipto, Excalibur es una especie de castillo del Rey Arturo o el Circus Circus para sentirte como bajo la carpa de un monumental espectáculo circense.

Todos tienen algo en común: entras y a los 20 minutos ya no recuerdas que solo es un hotel y que es todo de cartón piedra. Casinos, bulevares de tiendas, restaurantes, cafeterías, espectáculos, discotecas y hasta parques acuáticos. Vamos, que podrías pasar varios días en tu hotel la mar de entretenido sin necesidad de salir al exterior. Todo está pensado para que consumas, gastes, derroches y te olvides de que tu cuenta corriente baja a pasos de gigante.

Dentro de los casinos la vida fluye las 24horas: conservan la misma iluminación para que siempre parezca que es buen momento para jugarte el dinero. Ambiente de noche a cualquier hora. Me sorprendió ese detalle: que a las 10h de la mañana bajes a desayunar y al pasar por el casino de tu hotel veas a gente de smoking jugando a la ruleta. ¡¡¿No piensan descansar?!!
Obligado es visitar la zona antigua de Las Vegas, donde nacieron los primeros hoteles. Ahora son más económicos porque no son tan ostentosos ni tan modernos. Pero tienen ese toque kitch, antiguo que te transporta a los años en los que Elvis se dejó caer por allí con su esqueleto ya bastante deteriorado. Si quieres sentirte en Las Vegas de los viejos gánsters, los que fundaron la ciudad, pásate por allí. Además hay una macro pantalla que cubre todo un tramo de calle y ofrece unos shows originales nunca vistos en Europa.

Creo que ir a Las Vegas para no entrar en el juego es ir para nada. Si vas alquila una limusina, paséate por los casinos, juégate algunos dólares, visita una capilla por si presencias alguna boda friki y tómate unos tragos escuchando a un imitador de Elvis.
En Las Vegas es imposible aburrirse. Es la ciudad que no duerme, aunque paradójicamente todo parezca un sueño.

























lunes, 1 de junio de 2015

Salzburgo, el bombón de los Alpes

Sorprende que Salzburgo (salz=sal, burgo=fortaleza) sea la ciudad de la sal pero conocida mundialmente por sus dulces bombones de Mozart. Salzburgo es de película. Y no lo digo solo por sus majestuosos paisajes sino porque uno de los motivos que acercan a turistas de todo el mundo a Salzburgo es contemplar los escenarios donde se rodó el mítico film "Sonrisas y Lágrimas". Y ciertamente pasear por Salzburgo es lo más parecido a sentirse como Julie Andrews correteando y cantando con los niños del capitán Trapp.

Pero si la película es un icono que atrae a cinéfilos, la figura de Mozart es motivo más que suficiente para que los amantes de la música clásica se acerquen hasta Salzburgo para conocer de cerca los escenarios en los que el autor se crió y empezó a conformar su talentosa carrera.

El casco antiguo de Salzburgo es Patrimonio de la Humanidad, por lo que existen numerosos rincones en la ciudad que merecen la pena ser visitados. La Salzburgcard es una tarjeta que  nos lo pone fácil y económico para movernos cómodamente. Y es que si algo tiene esta pequeña joya austríaca es que se pasea cómodamente y se disfruta sin prisas. Una cerveza en aquella terraza, unos bombones junto a aquella fuente o un bretzel (típico pan salado que pusieron de moda los monjes) antes de seguir la ruta marcada. A pie, en bicicleta o a caballo, las tres opciones más demandadas por los turistas.

Subir a la montaña de los capuchinos es un pequeño esfuerzo que merece la pena. Desde allí contemplas Salzburgo como si vieses un cuadro. Hermoso en cualquier época del año. Otro mirador al que merece la pena subir es a la Glockenspiel, la torre del carrillón que puntualmente suena con sus cancioncillas, transportándote a otras épocas en las que la vida iba más despacio.
La Residencia, el Campanario, la Catedral, la Iglesia Franciscana, la Plaza de Mozart, el Abrevadero de Caballos, la calle Hofstallgasse, la Fortaleza Hohensalzburg o el Monasterio de San Pedro... Uno no se cansa de descubrir que Salzburgo esconde más y más rincones bellos en su casco antiguo. Pero eso no es todo. El Castillo de Hellbrunn es todo un descubrimiento, donde pasar una mañana inolvidable en un entorno de ensueño. No desvelaré secretos porque hay que ir y verlo. En todo caso el castillo demuestra que hace siglos que los más adinerados gozaban de parques de recreo en los que, a su modo, pasar un día la mar de simpático.
Mozart es protagonista absoluto de la ciudad. Salzburgo es un homenaje al compositor más grande de todos los tiempos y los tours para conocer su vida, su residencia y su legado son el día a día de la ciudad. Otras de las rutas más demandadas son las que llevan a los turistas a retratarse a los lugares donde Hollywood filmó varias escenas de "Sonrisas y Lágrimas". Así que si veis a un grupo de japoneses cantando en un rincón de la ciudad, seguramente es porque allí, justo en aquel rincón, se rodó alguna escena musical de la película. Lo gracioso del tema es que nadie se extraña ni se siente ridículo. Cantar las canciones de "The Sound of Music" es casi un ritual obligado en Salzburgo. Como visitar el teatro de marionetas que recrea la historia de la familia Trapp.

Uno de los momentos mágicos de mi viaje a Salzburgo fue pasear en bicicleta por las afueras de la ciudad. Verdes prados, casas particulares llenas de flores, niños jugando junto al rio y parques inmensos en los que hacer un picnic a la sombra de un árbol milenario. Y hablando de comer, su gastronomía es excelente y su plato típico, el escalope vienés me sedujo desde el primer bocado. Con patata y esa salsa de arándanos que le da un toque tan diferente a lo que estamos acostumbrados los del sur de Europa. La bebida corre a cuenta de la cerveza, siendo la Stiegl la marca más popular de la zona (recomendable visitar su fábrica!!). Y los bombones... Imposible no comerse uno o tres! Sobre todo los originales que inventó el pastelero Paul Fürst en 1890 y que hoy se siguen vendiendo en la pastelería de la familia, que conserva la receta original y la elaboración a mano, uno a uno, de cada bolita de mazapán y pistacho. Si te vas de Salzburgo sin comerte un bombón en esa tienda, la original, quizás te pierdas uno de los momentos más memorables de tu viaje.  




Agradecimientos: Oficina de Turismo Austria en Barcelona  http://www.austria.info/es