No hay duda. Venecia es la joya
más valiosa que tenemos en Europa: pequeña, delicada y de un valor
incalculable. Y es curioso que se diga eso de una ciudad medio en ruinas y
bastante sucia y destartalada. Pero en el caso de Venecia, lo decadente es
hermoso.
Algunas ciudades o pequeñas
localidades tienen alguna construcción, ruinas o accidente geográfico que les
convierte en punto ineludible de visita para los turistas. Y si no fuera por
eso allí no iría nadie. En este caso el punto de interés es Venecia al completo.
Toda ella en su conjunto nos permite imaginarnos cómo vivieron por sus calles
ciudadanos tan ilustres como Marco Polo, Tintoretto, Vivaldi, Albinioni,
Canaleto o Casanova. Y es que Venecia, patrimonio de la Humanidad, tiene varias
particularidades que la hacen única. La primera es que no hay tráfico rodado,
con lo cual las góndolas, lanchas y vaporetos son el único medio de transporte,
algo que seduce al viajero desde el primer minuto. Segundo, que todo el casco
antiguo es peatonal lo cual facilita el callejeo. La tercera particularidad de
Venecia es que son 120 pequeñas islas comunicadas entre sí por canales y
puentes, formando un laberinto de calles y plazas a cual más hermosa. Pero para mí la característica más especial
es la sensación de evasión. Porque así como en otras ciudades de interés los monumentos
antiguos se mezclan con otros modernos, en Venecia puedes pasear un día entero
sin ver edificios de hormigón ni metacrilato, sin cruzarte con construcciones
gigantescas de estilo contemporáneo que rompan la belleza de las vistas. Pasar
un día en Venecia es hacer un viaje en el tiempo.
¿Es Venecia tan romántica como
dicen? Hombre... Los miles de turistas haciéndose fotos aquí y allá rompen el
momento. Pero es que cada plaza, cada edificio, cada rincón tienen tanto
encanto que uno acaba por rendirse al moho, el agua estancada, los souvenirs de
máscaras de carnaval y ese ambiente decadentemente precioso que lo inunda todo.
Hablando de inundar... Pasear por Venecia pensando que quizás algún día todo se
lo haya tragado el mar la hace aún más apetecible, más especial si cabe.
¿Alquilar una góndola es una "turistada"? Sí. Y
cara. Pero ver Venecia desde el agua, paseando por pequeñas callejuelas a las
que solo se accede en un bote... Es una delicia. Los gondoleros además suelen
ser bastante simpáticos y le hacen sentir a uno ese calor del italiano abierto
y campechano.
Iría una y mil veces más a Venecia. En pareja, con amigos,
en familia o en solitario. Perderse en Venecia un día o dos, ver la ciudad de
día con su ajetreo de turistas y
comerciantes y ver la ciudad del amor por la noche, en silencio y en paz,
merece un viaje y dos y tres. En cada
rincón hay una foto para enmarcar. Un cuadro para pintar. Un recuerdo para no
olvidar.
Si Venecia es la ciudad
del amor, a mi me tiene rendida a sus pies.