La mayoría de turistas y viajeros que deciden visitar Japón
piensan en Tokyo por ser la capital y ofrecernos esa estampa futurista de luces
de neón y millones de personas moviéndose por el metro como hormigas. Y también
incluyen en su ruta a Kyoto para conocer el Japón más tradicional de templos y
casitas de madera, de geishas y sombrillas. Pero se olvidan que a medio camino
entre esos dos grandes destinos japoneses está Osaka, que es la tercera ciudad
más poblada de la isla nipona.
Osaka me sorprendió. Me gustó. Me encantó. Porque tiene de
moderno y futurista, de antiguo y tradicional y es cómoda para pasear y visitar. Recuerdo
caminar por Osaka con la misma cara con la que veo pasear a los turistas
japoneses por Barcelona: sorpresa, estupor, perplejidad y asombro. Y es que en
muchos sentidos Barcelona y Osaka están conectadas. Son ciudades modernas,
donde hay negocio, conservan vivo su pasado y.... Se come de vicio!
Vayamos por partes. El barrio de Dotombori es lo que no hay
que perderse sí o sí. Luces, tiendas, restaurantes, centros comerciales,
bullicio y ese famoso cartel de Glico, el popular caramelo japonés que contiene
tan solo 14,5 calorías, justo las que necesita un hombre para recorrer los
famosos 300m de las olimpíadas. Ya en los años 20 se inauguró una primera
versión del anuncio y hoy día es el icono de Osaka y una de las fotos más
repetidas por los turistas. Sorprende el barrio por animado y porque hay
negocios de lo más curiosos, como un
local con una gran piscina donde puedes pescar para luego soltar de nuevo los peces en el agua. Además
del famoso cartel, Dotombori cuenta con muchos restaurantes cuyos carteles nos
recuerdan más a las fallas de Valencia que a cualquier otra cosa. Pulpos
gigantes, peces globo, dragones y hasta una montaña rusa en la fachada de un
edificio.
Otra de los motivos por los que Osaka es especial es por
conservar uno de los castillos medievales más impresionantes de Japón (del s.XVI). Es un edificio enorme que con jardín
llega al kilómetro cuadrado amurallado. Hay mil antigüedades (como armaduras de
samurai) y se puede hacer un viaje al pasado de Japón recorriendo sus
instalaciones.
Hablemos de la gastronomía de Osaka. Famosas son sus
takoyaki o bolitas de pulpo que las venden por todos lados y que se comen a pie
de calle como los perritos calientes en New York. Son riquísimas y es curioso
ver cómo las preparan al momento en unas planchas especiales. El barrio de
Dotombori tiene mil garitos y restaurantes donde degustar otras delicias
locales, como la pizza japonesa o la carne de kobe a la brasa, que te la
cocinas tú mismo en unas pequeñas parrillas. En Japón todo es un espectáculo
para el turista y la gastronomía es otro atractivo más.
Momento memorable es visitar la terraza del Umeda Sky
Building, uno de los rascacielos más altos de Osaka (con dos pistas de
aterrizaje para helicópteros). Es recomendable subir y comprobar desde allí
como Osaka a tus pies parece la maqueta de un niño que juega a las casitas.
Nosotros no tenemos esas mega urbes tan escandalosamente grandes y llenas de
edificios altos y brillantes. Por eso contemplar las vistas desde allí es
entender que Asía y sus metrópolis se nos escapan, nos desbordan y nos hacen
sentir como esas hormigas que van de aquí para allá sin pararse a pensar
demasiado. Y es que la vida en Japón fluye... Y mucho!!